JOAQUÍN ALBARRÁN DOMÍNGUEZ
(1860-1912)
Representa una de
las figuras de mayor
trascendencia científica
de la Urología reconocida
internacionalmente;
sus investigaciones en
torno a los tumores
vesicales, la hipertrofia
prostática, la función
renal y sus estudios
anatomopatológicos,
todo ello recogido en
sus libros, marcaron un
hito que aún hoy día
impresiona por su alta
calidad y por la brillantez
de exposición, especialmente su Medicina
operatoria de las vías urinarias,
encumbrada como el mejor tratado urológico
escrito hasta el momento.
Fue jefe del servicio de Urología del
Hospital Necker y catedrático de Urología
de la Universidad de París en 1906. De
gran inteligencia, erudito, políglota hablaba
cinco idiomas, trabajador fecundo
y reflexivo, acudía a todos los Congresos,
en los que se le consideraba como autoridad
mundial en cirugía del aparato
urinario, con importantes aportaciones,
lo que, unido a su gran destreza quirúrgica
y al descubrimiento de la uña del
cistoscopio, que facilita el cateterismo
ureteral, lo consagraron como una de
las mayores personalidades que ha tenido
la Urología.
Nacido en la población de Sagua la
Grande, en la isla de Cuba cuando ésta
era española, el 2 de agosto de 1860,
hijo de un emigrante español y de una
cubana, debido a los problemas políticos
que atravesaba la isla, su familia, con la ayuda de su padrino y
protector, un médico
catalán, decide enviarlo
a estudiar a España; en
1872 llega a Barcelona y
en su instituto finaliza el
bachillerato a los trece
años, al curso siguiente
inicia los de Medicina en
la Universidad, en los
que obtuvo la calificación
de sobresaliente en
todas las asignaturas y
en los que destacó en la
disección anatómica a la
que se dedicó con
ahínco; se licenció con 17 años de edad
en 1877 y marchó a Madrid para realizar
el doctorado cuyo grado alcanzó con su
memoria «Contagio de la tisis» y con la
que obtuvo premio extraordinario. Volvió
a Barcelona con el propósito de regresar
a Cuba pero, dada su valía, le aconsejaron
que efectuase una ampliación de
estudios en Europa, por lo que marchó
a Francia camino de Alemania pero París
lo conquistó, encontró su mundo y se
quedó allí, revalidó su carrera y en 1883
consiguió una plaza por oposición, con
el número uno, de médico interno en los
hospitales parisinos y comenzó a trabajar
en el Hospital Necker con el profesor
Guyon; en 1889 realizó su tesis doctoral,
«Estudio sobre el riñón de los enfermos
de la orina», con la que logró el primer
premio de la Facultad de Medicina de
París; en 1890 obtuvo también por oposición
plaza de jefe de la Clínica de Vías
Urinarias en la Facultad de Medicina de
París, al poco, tras nuevo y brillante
concurso, el puesto de profesor agregado de Cirugía y en 1894
el nombramiento de
cirujano de los hospitales
parisinos. Tras
la jubilación del Dr.
Guyon lo sustituyó al
frente del servicio de
Urología del Hospital
Necker y como catedrático
de Urología
de la Universidad parisina,
tras nueva y
reñida oposición.
Mantuvo a lo largo
de toda su vida un vivo
recuerdo de su
Cuba natal y una especial
relación con España, a la que fueron
frecuentes su
despla-zamientos,
durante muchos años
conservó su casa en
Barcelona y nunca
perdió su acento español.
Falleció con
cincuenta y dos años,
en 1912, debido a una
afección pulmonar de
origen fímico; en el
Hospital Necker se
conserva su busto y
sus restos se encuentran
enterrados en el
cementerio del padre
Lachaise de París.
Publicaciones: «Étude sur le Rein des Urinaires», (1889): tesis doctoral, G. Steinhell, París.
«Les tumeurs de la Vessie», (1892): Masson et Cie, París.
«Les tumeurs du Rein», (1903): Masson et Cie, París.
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