Historia Urológica Hispánica es la revista de la Oficina de Historia de la Asociación Española de Urología.
Javier Angulo Cuesta
Se denomina “beato” a cada uno de los códices manuscritos que copian el Comentario al Apocalipsis de San Juan y el libro de Daniel, siguiendo la tradición iniciada por el monje Beatus en el año 776. Existen unas treinta copias parciales o totales de estos codices, muchos de ellos profusamente decorados, realizadas en escritorios monásticos por cristianos peninsulares que emigraron a los reinos del norte. Se revisan 10 beatos datados entre 950 y 1200 d.C. que incluyen la escena del banquete de Baltasar, bien en escritura visigodo mozárabe (San Millán, San Miguel de Escalada, Seu d’Urgell, Valcavado, Tábara, Gerona, Fernando I y Sancha, Silos), carolingio (Saint-Sever) o gótico (Las Huelgas). Se estudia la escena del Libro de Daniel que trata sobre el banquete del rey Baltasar, nieto de Nabucodonosor quien profanó los vasos del Templo de Jerusalén. La copa que alza el sirviente en el banquete de Baltasar se ha interpretado como uno de esos vasos profanados; pero un análisis detallado de las imágenes de los primeros beatos revela que lo que se ha interpretado como copa parece más una redoma o matula, alzada por un físico (y no un sirviente) para predecir el futuro del rey. El texto de Daniel señala que se llamaron a todos los sabios para saber qué iba a suceder. En los beatos más tardíos parece más una copa y una jarra para servir bebida. Es probable que los primeros beatos mostrasen una escena de uroscopia, que en posteriores copias (dado el deseo de recalcar el acto de la profanación) la matula se confundiese con una copa de vino. En la Biblia el vocablo “redoma” significa frasco, vasija, damajuana, botella o garrafa, lo que seguramente puede haber contribuido a una presunta confusión. El Apocalipsis de Juan y el libro de Daniel, redactados como profecía del final de las persecuciones cristianas en época romana se convirtió en la Edad Media en el mensaje de la resistencia cristiana hispana, en el que los grandes símbolos toman un nuevo sentido.